Por qué las cebras no tienen úlcera

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porque las cebras no tienen ulcera

A menudo nos quejamos de la gran cantidad de problemas y contratiempos que nos surgen en la vida diaria. Problemas de todo tipo, con mucha o poca importancia, problemas que venimos arrastrando del pasado, que surgen en el presente, y lo que es peor, problemas que anticipamos que nos van a venir. Todos son fuente del temido estrés, de nuestras penas y desgracias, pero sin duda los que más tiempo nos ocupan son aquellos acontecimientos que aún no han sucedido y que nos traen “de cabeza”. Dependiendo de cada cual estas incertidumbres afectan en mayor o menor medida pero a algunas personas esto les supone graves estados de estrés, ansiedad, preocupación, etc… y en otras puede incluso afectar a la salud.

porque las cebras no tienen ulcera
En el año 2008 se publicó el libro “Por qué las cebras no tienen úlcera” de Robert Sapolsky, profesor de la Universidad de Stanford (California) y uno de los mayores estudiosos de los efectos del estrés. Sapolsky nos cuenta que  el estrés depende de la especie de la que seas. Para la mayoría de las especies el “estrés” consiste en una especie de “instinto de supervivencia” ( evitar un depredador, ir tras una comida, vérselas con una escasez de alimentos, etc...). Pero cuando se llega a los sofisticados e inteligentes primates (incluyendo los humanos, que son los que nos importan), el estrés también puede consistir en problemas psicológicos, preocupaciones que a menudo se provocan ellos mismos.

Por ejemplo, “ ¿Por qué las cebras no tienen úlcera? ” : Imagina un rebaño de cebras pastando plácidamente en la sabana y, de repente, un león les ataca. Las cebras intentan huir y evitar ser cazadas pero sólo en ese momento, es decir, la respuesta de estrés sólo aparece ante un estímulo de amenaza a su propia supervivencia. Pero cuando el león se va o caza una presa y deja de ser una amenaza, el rebaño deja de correr, se calma y todas las cebras continúan con su simple existencia en la sabana.


En cambio los humanos padecemos estrés no sólo cuando estamos ante una situación concreta de peligro, sino también cuando la anticipamos, imaginamos o tememos. La cebra sólo sale corriendo cuando el león aparece, en cambio nosotros nos agobiamos ante el simple hecho de pensar que “quizá venga el león” y generamos una respuesta de estrés que en muchas ocasiones no responde más que a imaginaciones nuestras. Dicho de otra manera, los humanos somos verdaderos especialistas en generar preocupaciones que no se corresponden con amenazas ciertas, amargarnos la existencia y crearnos problemas que nos impiden centrarnos en lo que de verdad importa en cada momento. Anticipar algo que todavía no ha sucedido (ya sea positivo o negativo) trae malas consecuencias. No seamos como el del chiste:

Va uno por la carretera con el coche y  se le pincha una rueda. Intenta cambiarla pero se da cuenta que no tiene gato.  Total, que a lo lejos ve una casa y decide acercarse para pedir que le presten un gato y así poder cambiar la rueda. Pero por el camino va pensando “seguro que no me lo dejan”,  “seguro que no se creen que se me ha pinchado la rueda”, “van a pensar que soy algún delincuente y no me abren”,  “seguro que me dicen que ahora lo están usando ellos”…. Al cabo de un rato y tras ir rezando todo este tipo de pensamientos negativos llega a la puerta de la casa. Llama a la puerta y en esto que sale una buena señora para atenderle y antes de que ella dijera una sola palabra, va el tío y le grita: “sabe qué le digo… que se meta el gato por el … que ya no lo quiero!!!”

De nuevo en serio,

¿Por qué le damos más valor a nuestras percepciones que a la realidad?

¿Por qué tenemos la manía de anticipar problemas de los que no tenemos la certeza que vayan a ocurrir en un futuro?

¿Por qué somos tan estúpidos que nos dejamos llevar por la amenaza de un león que no es real?


Parece que conviene pensar en esto, tomarnos la vida con algo más de calma, disfrutar de lo que tenemos y no preocuparnos por cosas que aún no han sucedido.

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